Antonio Pereira - La divisa en la torre
Antonio
Pereira
La divisa en la torre
Alianza
– 2007 – 252 páginas
Un referente del relato breve
Villafranca del Bierzo significa para Antonio
Pereira, poeta , autor de relatos y sobretodo “contador de historias”, (fallecido recientemente), algo así como
Lisboa para Pessoa, Comala para Rulfo
o Celama para su paisano Luís Mateo
Díez. Villafranca del Bierzo es ese territorio mágico en el que el genial
escritor leonés reúne y da forma a todos sus personajes, todas sus vivencias,
todos sus sueños literarios. Dice Antonio Pereira, leonés o berciano, como a él
le gusta ser considerado, que “escribir
un cuento es tener una buena historia contada con brevedad, intensidad y
trascendencia”, algo que le ha convertido en uno de esos referentes
literarios de primer orden y en un maestro del relato breve o hiperbreve en una
comarca que vio nacer autores como el mencionado Luís Mateo Diez, José María
Merino o Juan Pedro Aparicio, escritores que posteriormente cultivarían con mayor
o meno éxito dicho género. (Conviene hacer un inciso y recordar que no ha sido
nuestro país precisamente cuna de grandes autores de dicha variedad literaria,
a diferencia del Cono Sur Americano. Si acaso, y salvando las distancias en
cuanto a extensión y contenido, Ignacio Aldecoa, como no). Pero si posiblemente el tener más edad le ha impedido
a Antonio Pereira formar parte de dicha generación, acercándole más a esa otra
de escritores respetables y respetados (Francisco Ayala, José Luís Sampedro),
que ya entrados en edad provecta gozan de las mieles de la critica, ha sido
dicha condición unida a su militancia berciana la que le ha hecho ser inductor
intelectual del llamado filandón, uno
de esos términos con los que hoy en día se
refieren al microrrelato. Su último libro publicado, que es la excusa que nos
ha traído hasta aquí, La divisa en la torre, está formado
por aproximadamente unos sesenta relatos breves, algunos de no más de una
página, y se puede decir aún a riesgo de pecar de inexactitud que se tratan de
sus cuentos más autobiográficos. En ellos, Antonio Pereira rinde homenaje a sus
seres más queridos, poetas muchos de ellos: Gil de Biedma, Carlos Barral, Álvaro
Cunqueiro, y su gran amigo Antonio Gamoneda. “Estoy convencido que se hablará mucho del poeta” dice en Los
cuadros del psiquiatra, como anticipando todo cuanto le habría de venir
al poeta astur-leones, Premio Cervantes 2006. Es probable también que algunos
relatos levanten cierto resquemor. Ya veremos. Lo cierto es que en La
expectativa se dibujan pinceladas
literarias que repasan la historia de la transición, la que fue y la que pudo
ser, la que nos contaron nuestros mayores, por supuesto, fabulada por su
afilada pluma, mientras que otros cuentos, los mas divertidos, nos recuerdan haciéndole
un curioso guiño al destino que las tertulias literarias no son patrimonio de
Café alguno, o nos relatan alguno de sus múltiples viajes con motivo de sus
innumerables intervenciones literarias. La divisa en la torre no es una antología
de cuentos, pero tampoco es una novela, sino que todos sus relatos forman una
unidad continuación de sus Cuentos de la Cabila. Son vivencias del autor narradas de
una forma desenfadada, como su encuentro con Basilio Baltasar en La Casona de Verines, o con Don Camilo José Cela en el Parador
de su pueblo, contadas, digo, desde el humor y el amor por la buena
literatura: la que suele trasmitirse oralmente de padres a hijos al calor de la
lumbre. (Así precisamente nacieron los filandones).
Podría decirse que a diferencia de Los cuentos de la Cabila en donde el
autor se volcaba en la infancia y la adolescencia, ahora el narrador es un
hombre hecho y derecho, consciente de su edad y de su legado literario. Por eso
La
divisa en la torre (el propio titulo resulta enigmático y significativo
donde se nos anticipa lo que vamos a leer) supone a su modo su testamento
literario. Dice el propio Pereira cuando se refiere al género del cuento, que él no lo elige, que es el relato el que
elige el autor. Toda una declaración de intenciones. Es de agradecer esta
edición de La divisa en la torre, pero sería bueno para la literatura, que
se recuperase y divulgase el resto de su obra. El dulce momento que vive el
relato breve hace merecedor a Antonio Pereira de una segunda oportunidad dada
la escasa difusión de su obra. Al fin y al cabo como él mismo ha reconocido, aún le queda mucho por contar.
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