Los amantes de silicona - Javier Tomeo
Los amantes
de silicona
Javier Tomeo
Anagrama – Barcelona - 2008
Pornografía
telúrica
Pocas
veces en literatura (al menos si tomamos como referencia los últimos años), nos
vamos a encontrar con una novela tan hilarante y surrealista como la última de
Javier Tomeo, en la que el terreno de juego de la misma viene dado desde las
primeras páginas de una forma tan clarividente y a la par, seguro que algunos
lo matizarán, tan poco atractiva. Tan sosa, que diría mi abuela. Pocas veces
por otra parte, nos vamos a encontrar con una novela como Los amantes de silicona, tan
original e ingenua, de esas que se atreven a desnudarnos (seguro que muchos
lectores se sentirán identificados con Basilio y Lupercia, a la par personajes
de la misma) y por qué no, a mostrar nuestras más íntimas miserias. Las que
solemos guardar para la alcoba, para la intimidad o dentro del armario. Y es
que para sobrellevar nuestras soledades podemos ver la tele, ir al cine, acudir
a algún que otro espectáculo de boys en
el que se nos muestre “cuarto y mitad”
o comprarnos una muñeca (o muñeco) hinchable que ayude a combatir nuestras
necesidades más íntimas. Pero Marilyn, perteneciente a la tercera generación de
Muñecas Consoladoras Minerva HP-457,
y Big John, que así se llama el semental de silicona de Lupercia, cometerán en
un momento dado la osadía de ser infieles a sus respectivos dueños,
enrollándose entre ellos y dándole así una nueva y desconocida dimensión al
concepto adulterio. Todo un desafío para las mentalidades quienes los habían
comprado y dado vida, para las nuestras propias y para la del supuestamente
escritor de Los amantes de silicona, un
alter ego de quien firma la novelle.
¿Dónde esta el corazón de los muñecos?
Se pregunta Lupercia en la pagina 57. ¿Donde
lo esconden?. Tomeo ha escrito el propio, sin pretenderlo me figuro, su
obra más inverosímil, si nos atenemos a las estrictas leyes de le verosimilitud
aristotélicas. Ha escrito su novela mas divertida, y decir esto de Tomeo es
decir mucho, y a la par, ha escrito una obra tremendamente descorazonadora por
cuanto anticipa (ya lo había hecho hace años Isaac Asimov en El hombre del bicentenario) la dificultad
que tenemos para relacionarnos los humanos, para establecer complicidades, para
amarnos en definitiva. La soledad es algo más que un término evasivo y
angustioso. Es lo que tenemos a la vuelta de la esquina en una sociedad en la
que prima el éxito profesional sobre el personal. El resto no lo vamos a
contar, que Tomeo se merece ser leído y por tanto, que no se desvelen sus
“interioridades literarias”.
©
Luis García
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