Revista Tensor - Instituto Estudios Altoaragoneses
Revista Tensor
Instituto Estudios Altoaragoneses - 2002
Se cumplen cien
años del nacimiento de Ramón J. Sender y uno no puede evitar el mirar hacia
atrás con el vértigo propio de quienes desde nuestra bisoñez nos amparamos en el desconocimiento de la historia
para así no tener que interpretarla. Otros en la etapa escolar lo hacían en
nuestro lugar, y así, aún a riesgo de ser tachados como comunistas intentaban
imprimir en nuestras exiguas cabezas valores como libertad, igualdad,
solidaridad a la par que nosotros escudándonos en los pupitres nos repetíamos
una y otra vez: ¿pero quien será ese Don Ramón?. Poco recuerda uno de él
en esa etapa, acaso una maravillosa novela corta, Réquiem por un
campesino español, tan mal interpretada como bien escrita. No nos
engañemos, desconocemos nuestra historia como decía en un principio, porque
omitimos a sus protagonistas, pero también porque alguien se empeñó en
interpretarla por nosotros. No se puede entender de otro modo que pasara
inadvertida hasta estas fechas la publicación que creara en 1935 Ramón J.
Sender con más voluntad que medios. Tensor, que así se llamaba la
revista, se inscribe dentro de la vorágine de medios que nacieron al calor de
autores de prestigio como Rafael Alberti o María Teresa de León, y que ahora,
cincuenta años después, se enfrentan a la reválida de la relectura, nada fácil
por otra parte habida cuenta que si cincuenta años no son nada, si que lo
parecen cuando hablamos de los inmediatamente anteriores a la Guerra Civil. Y
hay que decir en primer lugar, que Tensor no sólo aguanta la
relectura sino que supone un agradable descubrimiento. La Guerra Civil, los
tiempos de la II República, están de moda a poco que uno sea aficionado a
pasearse por los rastrillos de las ciudades. No hace tanto, tuve la fortuna de
hacerme con los tres ejemplares de la revista Crónica
inmediatamente posteriores a la proclamación de la II República,
que si bien es posible que carezcan de valor literario y cultural si que no se
le puede negar el sentimental. En ellos aparecen fotografías de la época en las
que se aprecian la expectación de las plazas abarrotadas de gente esperando la
abdicación de Alfonso XIII y su posterior partida del país, el primer Gobierno
de la República con Azaña a la cabeza, pero también se percibe la ilusión de
todo un pueblo consciente de que algo más que su futuro estaba en juego. Quizás
esa pasión por recuperar nuestro legado, revistas incluidas, sea lo que hace
que Tensor no haya pasado inadvertida, y que no sólo aguante su
relectura sino que nos ayude a entender un poco mas los trágicos tiempos de
nuestros abuelos. Tensor nació con carácter quincenal y se quedó
en tan sólo tres números. Hay que tener en cuenta que estamos en lo que se ha
dado en llamar el bienio negro, y que aún pesan, y mucho, los
acontecimientos vividos en Octubre de 1934. Pero si resulta innegable el
afán didáctico de los artículos de la publicación, sorteando como pueden la
rígida censura, Tensor se justifica en sí misma por la llamada Historia
de un día de la vida española, novela colectiva publicada en sus
páginas en la que veinticuatro autores de la época escriben sobre lo divino y
lo humano en una España que ya entonces se veía abocada al suicidio.
Veinticuatro escritores que abordaron una hora cada uno del viernes 27 de Septiembre
de 1935, y que pretendían con dicho experimento abogar por la colectividad
frente a la individualidad en la cultura , en un claro intento por trasladar la
fe marxista al ámbito intelectual. En tiempos de vértigo cultural e
institucional, experimentos culturales como los de Tensor y los
escritores que lo llevaron a cabo, representan un flujo de aire fresco que
conviene no dejar de respirar.
😉
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